5 maravillosas lecciones de vida de El Principito
No es casualidad que este libro haya sido traducido a más de 180 idiomas. Sus enseñanzas traspasan cualquier época. Sus valores siguen siendo todo aquello a lo que las personas debemos aspirar a ser.
Quiero dedicar este libro al niño que una vez fue esa persona mayor. Todas las personas mayores han sido primero niños. Pero son pocas las que lo recuerdan.
El autor de «El Principito», Antoine de Saint-Exupéry, vivió en una época difícil, durante la segunda guerra mundial así que convirtió sus preocupaciones sobre esa guerra y los crímenes fascistas, en una llamada al amor y a la esperanza desde la visión inocente de un niño.
Y gracias a él, aprendimos que:
1 – No exijas a los demás lo que no pueden darte.
Es necesario exigir a cada uno lo que cada uno puede dar. La autoridad reposa, ante todo, sobre la razón.
Las mayores desilusiones suelen provenir de nuestras expectativas, de esperar que los demás se comporten y piensen como nosotros. Así, terminamos llevando al límite a quienes más amamos, imponiéndoles nuestros sueños y forma de ver la vida. Saint-Exupéry nos anima a ser razonables y no presionar innecesariamente a los demás. El amor debe ser incondicional, jamás debe representar un peso para quien lo recibe.
2 – Conócete a ti mismo antes de criticar a los otros
Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio.
La crítica dice mucho más de quien critica que de quien es criticado porque solemos juzgar lo que no entendemos, no queremos aceptar, nos asusta o aquello que envidiamos.
3 – Valora más allá de la apariencia
Solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible para los ojos […] Los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón.
En una sociedad donde la apariencia se ha convertido en algo fundamental, esta idea cobra más protagonismo y viene a recordarnos que es bueno deshacernos de nuestros prejuicios y conocer a las personas, más allá de su profesión, posición social o aspecto físico.
4 – La avaricia lo pierde todo por quererlo todo
Conozco un planeta en el que vive un señor muy colorado. Nunca ha olido una flor. Nunca ha contemplado una estrella. Nunca ha amado a nadie. Nunca ha hecho otra cosa que sumas. Se pasa el día diciendo: ‘Soy un hombre serio, soy un hombre serio’, lo que le hace hincharse de orgullo. ¡Pero eso no es un hombre, es un hongo!
Si el permanente deseo de acumular riqueza y siempre desear algo más, te impide disfrutar de las pequeñas cosas y apreciar los logros que has conseguido, pierdes la posibilidad de disfrutar del presente, que es lo único que tienes. Recuerda que la vida no se mide en riquezas sino en los momentos que has disfrutado.
5 – Invierte tu tiempo en tus verdaderos amigos, en las personas especiales de tu vida
No conocemos más que las cosas que domesticamos. Los hombres no tienen tiempo de conocer nada. Compran las cosas hechas en los mercados. Pero como no hay mercados de amigos, los hombres no tienen amigos.
Solo podemos conocer a una persona si pasamos tiempo a su lado, si le acompañamos en los buenos y malos momentos. Esa es la única manera de construir relación verdadera que nos sostenga cuando más lo necesitamos. No debemos olvidar que el tiempo es nuestra posesión más valiosa y debemos invertirlo para construir relaciones especiales.
Ilustración en portada: Rafa Miqueleto
Fuente de parte de los textos: Muhimu