Qué significan los profesores para los alumnos
Nos encanta escuchar o leer los testimonios de los padres de nuestros alumnos. Nos motiva que nos cuenten que sus hijos están felices aquí, que confían en nosotros y en nuestra capacidad de despertar emociones y curiosidad por aprender sobre el mundo que les rodea y siempre quieran saber un poco más. Pero si hay algo que nos colma de felicidad y nos enorgullece de la labor que realizamos, es cuando uno de estos testimonios viene directamente de uno de nuestros alumnos y hoy nos ha llegado uno que nos ha conmovido y que dejamos aquí como regalo para todos nuestros profesores del CBS, Colegio Británico de Sevilla.
¿Qué significa para ti la figura del profesor para ti? – preguntamos a una alumna (que permanecerá en el anonimato a petición de ella)
Ella se sentó y respiró hondo, después comenzó a explicar:
“A lo largo de mi vida he permanecido en tres colegios distintos, muy diferentes los unos de los otros, así que creo que me será fácil explicárselo con detalle si usted lo desea. He tenido la suerte de haber estado en tres colegios, y en cada uno de ellos la figura del profesor me ha supuesto algo diferente. En mi primer colegio, para mí los profesores eran personas que, por lo que puedo recordar, pues no tenía gran edad aún, nos explicaban los conocimientos básicos, también creo recordar que se solían preocupar por nosotros, pero si le digo la verdad, aquella etapa de mi vida no la recuerdo demasiado bien, la recuerdo feliz, muy feliz, pero no recuerdo muchas cosas sobre los profesores. Era un colegio normal respecto al número de alumnos, éramos alrededor de 28 en la clase y 600 en todo el colegio. Cuando llegué a cuarto de primaria me cambié de colegio.
Esta vez era un colegio enorme, y creo recordar que éramos alrededor de los 2000 en todo el colegio. Cuando llegué, estaba muy contenta, eran estrictos con el comportamiento, pero estábamos bien. Recién llegada a aquel colegio pensé que nos quedaríamos allí para siempre, pero supongo que eso es algo que siempre se piensa ¿no cree?
Después llegó primero de la ESO, y aquí cambió todo. Mi visión hacia los profesores cambió por completo. Los profesores eran personas que simplemente cumplían su trabajo, eran distantes y personas muy lejanas a nosotros. Se sometían a las normas del colegio y cuando llegaban las dos y media de la tarde su trabajo habría terminado y no querrían saber nada más sobre nosotros hasta el día siguiente a las ocho. Creían conocerme y algunos no se sabían ni mi nombre. Estudiar era un suplicio y un aburrimiento. Es verdad que también estaban las excepciones, pero generalmente era así, y si alguna vez te veían triste o incluso llorando, pocas veces te preguntaban, pues tenían cosas más interesantes que hacer.
Por fin llegué a mi tercer, actual y último colegio. ¿Quiere saber que supone usted para mí? ¿Quiere saber que me suponen todos los profesores de este colegio? Pues se lo voy a explicar.
Los profesores son ahora personas a las que respeto, y a las que aprecio muchísimo. Son las personas que, junto a mi familia me han regalado todo lo que sé sobre la vida, tanto académicamente como moralmente. Han conseguido que me encante estudiar y que toda cosa nueva aprendida cada día sea fascinante para mí.
He aprendido que cada esfuerzo obtiene su recompensa y lo he podido probar porque cada una de las veces que he trabajado duramente he recibido mis propios frutos. Estudiar y comprender las materias se ha convertido en mi reto del día a día, y si algo tengo claro es que nunca debo tirar la toalla y eso es algo que ellos y mi familia me han enseñado. Son personas que se quedan hasta muy tarde corrigiendo nuestros trabajos y exámenes y que tienen que soportar nuestra presión cuando no han tenido tiempo para corregir algo porque estaban solucionando otros problemas como las peleas en los recreos o las clases del día siguiente. Les admiro porque son capaces de mantener nuestra completa atención durante 45 minutos seguidos, y sé que en unos niños de nuestra edad es algo muy difícil de conseguir. Muchas veces pierden sus horas libres porque no nos dio tiempo a terminar nuestro examen a la hora debida, y nos hacen el favor, o porque necesitábamos que nos explicasen algo de nuevo. Me conocen perfectamente y saben cuáles son mis debilidades y mis virtudes. Siempre están pendientes de nuestro estado de ánimo, y si ven que una sola lágrima cae de nuestros ojos, sé que siempre nos preguntarán qué nos ocurre e e incluso nos ayudarán a solucionarlo. Cuentan con una paciencia infinita, porque aunque seamos pocos en la clase, a veces somos muy tercos, intensos y pesados. Se alegran de nuestras novedades y nos consuelan cuando es necesario. Son personas como nosotros, con sus sentimientos y con sus vidas, y, si le digo la verdad, y aunque suene raro, eso es algo que en los otros colegios nunca me había parado a pensar. Aunque el horario de colegio haya terminado siempre van a estar preocupados por nosotros, e incluso en contacto. Ellos son las personas a las que vemos en el día a día, son personas que forman parte de nuestras vidas y con las que vivimos muchos momentos.
Aquí he descubierto habilidades que formaban parte de mí y de las que no tenía ningún conocimiento. Con ellos hemos reído y llorado, ellos se han sentido orgullosos de nosotros y nosotros nos hemos sentido animados y motivados por ellos. Yo no sé cómo le llamarán las personas a esto, pero yo a esto le llamo familia. Somos una gran familia, y el colegio es nuestra casa. Muchas gracias por darnos, enseñarnos y hacer todo lo que hacéis por nosotros. ¡Muchísimas gracias!”
¡Gracias a todos los padres, madres, profesores, personal de apoyo y alumnos que conformamos esta gran familia del CBS por hacer del aprendizaje una misión apasionante!