Los mejores regalos que podemos dar a nuestros hijos – Valores
En esta segunda entrega sobre esos regalos que debemos hacer a nuestros hijos y que no tienen precio, pero sí un alto valor, hablaremos sobre los valores. ¿Qué son los valores? ¿Por qué son tan importantes en la educación y en nuestra formación como personas?
EDUCACIÓN EN VALORES
Al nacer, todos somos como un folio en blanco. Nuestra historia no está escrita y está todo por aprender. Nuestra ética se va formando con el paso de los años, con las experiencias que vamos viviendo y es nuestro papel como padres, el ayudarles a distinguir y entender lo que está bien y lo que está mal.
Los valores son las normas de conducta y actitudes según las cuales nos comportamos y que nos ayudan a convivir en sociedad y que debemos cumplir sin perjudicar a los demás.
No existe un listado específico de valores humanos, pero hay muchos que todos entendemos como imprescindibles: la honestidad, el respeto, la responsabilidad, la gratitud, la sinceridad, la compasión, el desprendimiento de las cosas materiales, la lealtad y la humildad.
Ser respetuosos
En todas las épocas, los padres y los mayores se quejan de la falta de respeto de los jóvenes. Una cosa son las diferencias generacionales y otra, la falta de respeto en sí misma. El respeto a sí mismo es también una de las formas más importantes de respeto. Una vez que nos respetamos a nosotros mismos, es más fácil respetar a los demás.
No hay una única fórmula para enseñar a respetar, pero conviene seguir las siguientes pautas:
—No olvidar que los padres son un modelo a seguir las 24 horas del día. Si un padre no respeta a la madre, los hijos verán que es así como se trata a las personas.
—Poner límites. No dejar que hagan lo que quieran, llamarles la atención para indicarles qué es lo que no han hecho bien y explicarles cómo lo pueden hacer mejor la próxima vez.
—Cuando nuestro comportamiento no es correcto, saber pedir perdón y reconocer que nos hemos equivocado. Los adultos también nos equivocamos y seguimos aprendiendo.
—Enseñarles que cuando se equivocan hay unas consecuencias.
—No debemos hacer chantajes emocionales, ni permitir que ellos nos lo hagan.
—Fomentar y hablar con los hijos de situaciones en las que el respeto sea la clave del éxito.
Ser honrados
«La honradez es siempre digna de elogio, aun cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho». – Cicerón
Los niños que aprenden a ser honrados tienen muchas más posibilidades de serlo en su vida adulta. Además, las personas honradas se sienten mejor consigo mismos y disfrutan más la vida, porque duermen bien de noche.
Los padres tienen que enseñar a sus hijos, desde que empiezan a tener raciocinio, la honradez, dando su propio ejemplo. La honradez cuanto más se ejercita, más se convierte en costumbre, luego en hábito y después en virtud.
Aprender a ser responsables y disciplinados
«Somos el resultado de lo que hacemos repetidamente. La excelencia entonces, no es un acto, sino un hábito». – Aristóteles
Los niños tienen mucho por aprender: cómo comportarse, cómo tener buenas relaciones con quienes los rodean, alcanzar metas, y hacer realidad sus sueños. Por supuesto que en la crianza no puede faltar la disciplina para esto, pero es muy importante no prohibir ciegamente, explícales el porqué de las cosas y expresarnos positivamente.
Los pequeños necesitan saber lo que pueden y no pueden hacer. Aprender que son responsables de sus actos y que toda acción tiene por lo tanto una consecuencia. La disciplina les ayuda a aprender las formas adecuadas de comportarse y actuar. En los primeros años, la existencia de disciplina y normas les aportará seguridad, ya que tendrán una guía para saber cómo actuar.
Pero no debemos entender la disciplina como una imposición de normas, reglas y formas de actuar. La disciplina ha de ser un medio para el desarrollo sano y feliz de los pequeños, un camino para enseñarles a ser autónomos y responsables, que no perjudique su autoestima y no provoque reacciones negativas. La disciplina positiva se basa en el respeto y tiene como objetivo favorecer la maduración de los niños y niñas, para que sean adultos responsables, autónomos y felices.
Ser generosos
«La generosidad consiste en dar antes de que se nos pida». Proverbio árabe
Sé generoso y enseña a tus hijos a serlo también. La generosidad no significa sólo dar dinero. Se puede ser generoso regalando una sonrisa, ayudando a alguien, aportado tu talento o tu tiempo a los demás. Se puede ser generoso ofreciendo un cumplido o haciendo sonreír a alguien.
La generosidad también está en las pequeñas cosas, pequeños gestos que pueden ser muy grandes para otras personas. Todo suma, ningún gesto de generosidad es insignificante. Pero el ser generoso también implica ser agradecido. Si eres agradecido con la gente, le estás agradeciendo su gesto y le estás dando alegría y satisfacción. No prives de esto a nadie. La gratitud es también otra gran virtud. Sé, también, generoso contigo mismo.
Enseñar a valorar
Uno de los mejores regalos que podamos darles a nuestros hijos es que aprendan a valorarse, a entender las capacidades que tienen y cómo pueden utilizarlas. De esta forma podrán aprender a ver lo bueno en cada situación y en cada persona. Valorando a las otras personas y a sus capacidades o sus situaciones, también estamos enseñando los valores de la compasión, la empatía, el respeto, la lealtad y la sinceridad.